jueves, 9 de febrero de 2012
Mi profunda relación con mi novela y sus personajes.
Queridos Lectores:
Discutiendo con un compañero artista el otro día me percaté de que a pesar de que tengo 23 años y estoy terminando de editar y revisar mi primera novela, la comencé a escribir a los 13 años, la primera línea que escribí en un viejo cuaderno durante una clase de inglés. Tras esta plática me percaté de que en realidad en el fondo sigo siendo ese pequeño que con ansias pueriles desea ver cómo se desenvuelven las aventuras de sus heroes favoritos... los que él ha creado.
Al mirar hacia atrás y percatarme de que la idea original de escribir la historia que me ha acompañado desde hace diez años a donde quiera que voy, nació entre las ensoñaciones infantiles y simples de un pequeño en su pupitre mirando por la ventana un mundo mucho más grande que el y pensar si existieran otros mundos cómo sería la vida en ellos, quienes los habitarían y qué harian con sus vidas.
Esto hasta la fecha me conmueve mucho, en ocasiones he deseado poder regresar en el tiempo y abrazar a ese pequeño yo sólo para agradecerle por soñar y por seguirlo haciendo hasta la fecha, porque han sido esos sueños y las personas con las que los compartí los que me han permitido salir adelante todos estos años.
Poco a poco he ido poniéndole cuerpo al esqueleto que originalmente tenía como historia, los personajes han sufrido cambios, han descubierto fascetas de su persona al tiempo que yo descubría fascetas de la mía, hemos crecido juntos.
Y como un padre orgulloso los he visto crecer y tener sus propias ideas, porque tus personajes llegan incluso a disentir contigo y es porque esperas que hagan lo que antes querías pero ellos tienen su propio camino y debes respetarlo.
Sin importar la complejidad de lo que es ahora la historia que desarrollé (los nueve libros que tengo pensados) comparado con la idea original, sigue siendo tan bella para mí como cuando imaginé uno por uno a los personajes, cuando pensé en los lugares y las peleas por primera vez, inclusive podría decir que es aún más preciado para mí ahora, porque puedo ver el resultado del arduo trabajo que fué ponerle palabras a todos esos pensamientos, el diseñar y redactar las acciones que antes sólo existian en mi cabeza y sobretodo el que pronto pueda compartirlo con el mundo lo vuelve invaluable.
Bueno, ya me extendí un poco, hasta luego y buenas noches.
Gracias por su atención, nos leemos pronto.
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