Mis queridos Lectores, disculpen nuevamente la ausencia, inició en mi vida una nueva y excitante etapa que requirió un tiempo de ajuste pero ahora he vuelto.
El Gran Blanco Asesino
¿Cuál es el mayor asesino de ideas creativas al año?
¿La tele? ¿Los videojuegos que "atrofian" la mente? ¿La monótona vida diaria?
Ninguno de ellos.
EL mayor asesino de ideas creativas es el blanco.
El abismal y eterno blanco de una hoja sin rayar, del block de notas sin texto, de una partitura vacía, de un lienzo sin pinceladas, de una pared pulcra y sin mancha que espera un brochazo.
Ante la vista de una escena de esta naturaleza, la tinta se seca en la pluma, las notas enmudecen en el aire, la pintura se endurece en la lata, la brocha se pega a la cubeta y las ideas vuelan cual centellas y chocan contra la frustrante y horrible blancura de la nada.
Sentimos como esa hebra de inspiración comienza a tejer sus redes hacia las experiencias e ideas que hemos vivido en nuestros años y crea su propia vida de conexiones y pensamientos. Pero cuando quiere saltar de nuestra mente al mundo real y se topa con esa blancura es como si llegara a un desierto donde no se puede adherir a nada, sufre de inanición por falta de sustento e irremediablemente se marchita hasta morir y desaparecer.
Todo artista ha vivido la frustración de perder la vista durante horas en la pantalla, en el cuaderno, en la partitura, en el lienzo, viendo como tantas ideas surgen pero se asustan, se esconden al momento de ver la blancura de la nada esperando plasmarlas.
Creemos ilusamente que podemos tapar el sol con un dedo y alimentar el blanco con un título, poner la primera frase, escribir la palabra inicial, dibujar las primeras notas o trazar una pincelada inocente. Pero mas tardamos en poner esos elementos que en borrarlos porque nadie... nadie engaña al Gran Blanco.
Es hasta que surge esa idea que no importa dónde, cómo o cuándo, pero la TENEMOS que plasmar; en la mano, en una servilleta, como texto a un amigo, con carbón en una banqueta o tararearla a una grabadora. Ésa clase de creación pura que inunda todo nuestro ser hasta que lo sentimos rezumar por cada poro. La intoxicante sensación de ser simplemente la desembocadura de un torrente interminable de palabras, notas o trazos que fluyen sin miramientos ni freno a través de nuestras manos, ojos y boca. Ese trance que eleva el espíritu por sobre la existencia y trasciende a través de todas nuestras ideas, experiencias y emociones llevándolas de lo intangible a lo real.
Y no es hasta que hemos saciado y acabado con el Gran Blanco asesino que podemos continuar con nuestra existencia pasiva y dejar salir poco a poco las ideas para terminar de construir lo que sea que estemos tratando de crear.
Pero siempre estaremos ante el peligro de nuevamente encontrarnos con la terrible visión de aquella nada infinita que absorbe y asesina las pequeñas ideas inocentes que vagan por nuestra mente esperando ansiosas salir y mezclarse con nuestras obras.
Cuidado con el Gran Blanco asesino, puede acechar en cualquier instante y en cualquier lugar.
Comenten y Compartan si han vivido esa experiencia y nos leeremos pronto
Muchas Gracias
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